Mientras imágenes de niños aglutinados en masas en el piso de centros de detención de migrantes en la frontera EE.UU.-México hacen noticia alrededor del mundo, el gobierno estadounidense responde con más de las mismas políticas fracasadas que han generado la crisis de seguridad y devastación social y económica en Centro América que apuran la migración en primer lugar.

Más de 52,000 niños han sido capturados en la frontera de EE.UU. desde octubre del 2013, la mayoría de ellos de El Salvador, Guatemala y Honduras, y muchos de ellos sin compañía de adulto. Por lo menos 60,000 menores se espera que entren al país este año. Con los centros de detención de migrantes de EE.UU. saturados, estos niños ahora están siendo alojados en bases militares. En una reciente reunión con el Vicepresidente de EE.UU., Joe Biden, en Guatemala, el Presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén insistió que los derechos de estos niños, cuyo principal motivo es reunirse con un padre o madre que ha migrado previamente a EE.UU., sean respetados. Seguido de una visita a los centros de detención en Arizona por Liduvina Margarín, la Viceministra de Salvadoreños en el Exterior, el gobierno salvadoreño anunció planes de reforzar sus consulados en la frontera EE.UU.-México para ofrecer apoyo y servicios para migrantes, con la meta primaria de la reunificación familiar.

Foto: Breitbart Texas

Los centroamericanos constituyen una porción significante de los migrantes detenidos en EE.UU.; guatemaltecos, hondureños y salvadoreños fueron casi un tercio de todas las deportaciones estadounidenses el año pasado, entre ellos 21,602 salvadoreños. Y no es una coincidencia: de hecho, la política estadounidense ha sido consistentemente el factor principal en la raíz de las causas que obligan a los centroamericanos a migrar.

Por décadas, Estados Unidos ha apoyado dictaduras militares brutales en la región, ha suprimido movimientos de liberación democráticos populares, ha impuesto devastadores acuerdos de libre comercio e iniciativas de privatización y proveído armas y demanda para el comercio de drogas. Hoy, mientras la política y la narcoviolencia azotan Honduras, Estados Unidos está proveyendo apoyo clave para el régimen corrupto y violento del Presidente Juan Orlando Hernández. Mientras tanto, el gobierno de izquierda de El Salvador está trabajando en implementar programas económicos y sociales innovadores para tratar las causas que originan la migración y estimular las economías locales y proveer servicios básicos para la población. En respuesta, sin embargo, Estados Unidos está empujando políticas económicas que minarían esos ganes, prefiriendo usar la ayuda para el desarrollo para promover los intereses de las corporaciones transnacionales.

Las imágenes chocantes de las condiciones que afrontan los menores y que causó la actual reacción de los medios de comunicación fueron escamoteadas por activistas derechistas. Estos actores esperan presionar a la administración Obama para que implemente mecanismos de control de la inmigración más duros y que han sido comprobados ser ineficientes en detener el flujo de la migración y han empeorado la crisis de derechos humanos de los migrantes. La Casa Blanca ha mordido el anzuelo anunciando planes de incremento del control en la frontera con México, así como iniciativas adicionales que son demasiado familiares, incluyendo ayuda militar y de seguridad y promoción de medidas económicas neoliberales en Centro América. Hasta que EE.UU. pare de apoyar los regímenes violentos y corruptos y abandona sus intervenciones a favor de los intereses corporativos transnacionales en Centro América, los niños continuarán haciendo el viaje peligroso hacia Estados Unidos.

Translated by Reynaldo Contreras-Valle.