Después de las lluvias torrenciales, la Reconstrucción salvadoreña está estimada en $1,5 mil millones.

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El Salvador ha tenido cielos azules desde el jueves, 20 de octubre después de diez días de lluvias torrenciales, devastando el país con más lluvia que normalmente acumula a lo largo de un año.  Presidente Mauricio Funes lo considera uno de los “más poderosos desastres naturales que ha enfrentado el país recientemente”.  Las Naciones Unidas estiman que $1 mil millones serán necesarios para el proceso de reconstrucción, mientras Funes lo estima en $1,5 mil millones.  Para contextualizar, el presupuesto nacional de El Salvador es poco más que $4,2 mil millones.  Durante esta tormenta, el acumulado de lluvia registro en mas que el doble que durante el Huracán Mitch, la cual causó 240 muertes en 1998, y más que tres veces de la acumulación durante los Huracanes Stan e Ida, que causaron 72 muertes en 2005 y 124 en 2009. La respuesta rápida y comprensiva del gobierno efectivamente evacuó más que 60,000 de personas, y limitó la pérdida de vida a 34 víctimas.  Sin embargo, muchas personas que fueron evacuadas perdieron sus casas.  Más que 30.000 personas siguen en albergues, donde el Ministerio de Salud está ofreciendo asistencia médica 24 horas del día, y ofreciendo servicios psicológicos para familias. Mientras que la perdida de vida fue reducida, el daño infraestructural y la perdida de cosecha han sido peor.  La mayoría de las carreteras que fueron impactadas por los derrumbes ya está abierta, pero hay 37 puentes que están dañados o destruidos.  El Ministerio de Agricultura reportó que más que 80.000 toneladas de la cosecha de frijol y trigos fueron inundados, afectando por lo menos unos 270.000 agricultores pequeños.  A pesar de la alta pérdida de cosecha, el Ministerio de Agricultura reportó que el rendimiento agrícola todavía será más alto que el del año pasado, dado a la entrega de semillas a los agricultores que rindió una cosecha abundante durante  los meses anteriores.  Los precios de comida están empezando a subir por resultado de la precepción de una escasez de comida, y el partido Frente Farabundo Martí para Liberación Nacional (FMLN) ha propuesto un decreto legislativo para fijar los precios durante los próximos seis meses para asegurar que la comida quede siendo accesible para todos. Miles de salvadoreños a través del país han llegado a ofrecer ayuda en los albergues, a donar bienes, y ayudar a limpiar y reconstruir comunidades devastadas.  El FMLN ha llamado sus miembros que apoyen los esfuerzos de relievo y reconstrucción, y ha organizado brigadas de trabajo durante los fines de semana; fue el único partido que movilizó su base en los días siguiendo las lluvias.  Las organizaciones sin ánimo de lucro y las organizaciones de movimientos sociales han reaccionado de una manera parecida. El martes, 25 de octubre, Presidente Funes convocó una reunión del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) para evaluar el daño regional y para coordinar esfuerzos de reconstrucción.  Los dignitarios de SICA están de acuerdo que se vio el mayor impacto de la tormenta en El Salvador, y que las condiciones precarias de infraestructura y de vivencias en Centro América tendrán que ser mejorados para prevenir futuros desastres de esta escala.  Los países SICA tenían planeado convenir un consejo de representativos de organizaciones aliadas y gobiernos con las cuales tienen una relación cercana para poder empezar el proceso de recaudar fondos y financiamiento para el largo y caro proceso de reconstrucción.  Aunque la administración de Funes y las Naciones Unidas han declarado un pedido internacional para apoyo financiero, el hecho de que las lluvias fue declarado una “depresión tropical’ en vez de un huracán o tormenta oficial, ha resultado en menos atención internacional al desastre, y también menos fondos.  El gobierno ha pedido el desembolso de un préstamo especial del Banco Mundial que había sido previamente negociado en caso de una emergencia como esta. La devastación que se sintió en El Salvador, como algunos analistas han señalado, es el resultado de una crisis social, no fue causado solo por el desastre natural.  Las políticas de gobiernos previos de encontrar maneras de cortar gastos en la construcción de puentes y carreteras, en construir casas y el manejo de donde se construyeron comunidades, y las emisiones enormes de represas hidroeléctricas que están alrededor del país son las causas que verdaderamente causaron la devastación y la razón por la cual El Salvador es considerado uno de los países más vulnerables en el mundo.  

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